“El significado es un concepto precientífico” (Hilary Putnam)
“Ningún lenguaje consistente puede contener los medios necesarios para definir su propia semántica” (Tarski)
“La lingüística es una rama de la psicología cognitiva” (Noam Chomsky)
La Semántica
La semántica es una rama de la lingüística que trata del significado en el lenguaje. Su origen se remonta a los escritos de Platón y Aristóteles. Desde entonces ha constituido uno de los temas permanentes de reflexión por parte de, no solo lingüistas, sino de filósofos, psicólogos y lógicos.
El término “semántica” fue introducido en 1897 por el lingüista francés Michel Jules Alfred Bréal con la publicación “Ensayo sobre Semántica”. En esta obra define a la semántica como “la ciencia del significado”. Bréal es considerado el fundador de la semántica moderna.
“Significado” es algo más general que “semántica”. La semántica es el significado de las expresiones lingüísticas. La semántica es un tipo de significado. Pero según la definición de Bréal, la semántica es la ciencia del significado, por lo se suele identificar el término “semántica” con significado en general.
Según la concepción tradicional, la semántica establece la relación entre el lenguaje y la realidad, es decir, entre los niveles lingüístico y ontológico. El significado de una expresión lingüística es la realidad a la que hace referencia. Este significado puede ser verdadero o falso, según se corresponda o no con la realidad.
La semántica es una ciencia joven que nació con retraso respecto a la sintaxis, otra rama de la lingüística. Pero a partir de la segunda mitad del siglo XX la situación ha variado y la semántica ha evolucionado mucho, convirtiéndose en la rama de la lingüística que ha suscitado más interés. “La verdadera esencia de la lingüística es la búsqueda del significado” (Benjamin Lee Whorf). El proceso, sin embargo, sigue siendo lento por su aparente complejidad. Hay una gran variedad de propuestas, métodos y puntos de vista, lo que ha dado lugar a que se hable de “las semánticas lingüísticas”.
Semántica lexical y estructural
La semántica del lenguaje natural trata del significado de las palabras y cómo se combinan para formar frases con significado. Generalizando a todo tipo de lenguajes, la semántica estudia el significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones. En este sentido, hay que distinguir entre:
Semántica lexical. Es la semántica asociada a las palabras del lenguaje o a los signos lingüísticos en general.
Semántica estructural. Es la semántica asociada a la combinación de palabras (o signos lingüísticos) para formar frases (o expresiones lingüísticas en general).
Un concepto importante −que fue estudiado por primera vez por Frege− es la denominada “semántica composicional” (o principio composicional): el significado de una expresión lingüística es función de sus componentes (semántica lexical) y de sus relaciones (semántica estructural).
Sentido y referencia
Frege es considerado el pionero en la reflexión moderna sobre el lenguaje al distinguir entre sentido y referencia. El sentido es la forma de una sentencia o expresión lingüística. La referencia (o referente) es el objeto al que hace referencia el sentido.
Hay expresiones que tienen sentido y referencia. Por ejemplo: “Madrid” y “el número natural que sigue al 3”.
Puede haber expresiones con diferentes sentidos y la misma referencia. Por ejemplo, “Cervantes” y “El autor del Quijote”.
Hay expresiones que tienen sentido pero no referencia. Por ejemplo: “el mayor número par”, “Don Quijote”, las preposiciones (con, desde, hacia, sobre, etc.), las conjunciones (y, o, ni, etc.), etc.
Hay expresiones con el mismo sentido y distintos referentes. Por ejemplo, los pronombres (yo, tu, nosotros, etc.).
Aspectos de la semántica
Como la semántica está ligada al lenguaje y hay muchos tipos de lenguajes, hay diferentes semánticas. Adicionalmente, si interpretamos la semántica como significación en general, hay diferentes interpretaciones según el campo a considerar: semántica natural (ligada al lenguaje natural), matemática, funcional, procedural, operacional, descriptiva, algebraica, axiomática, relacional, computacional, lógica, denotacional, representacional, intensional, extensional, combinatoria, generativa, dinámica, conceptual, interpretativa, psicologista, cognitiva, fractal, etc.
Hay semánticas que son más fáciles de entender observando sus efectos a nivel superficial. Por ejemplo, la semánticas ligadas a operaciones y sus resultados.
Frente a estas semánticas particulares, se plantea el tema de la posible existencia de una semántica general o universal, a partir de la cual se puedan derivar las semánticas particulares.
La dualidad sintaxis-semántica
Todo lenguaje (natural o artificial) tiene dos componentes esenciales: la sintaxis y la semántica. La sintaxis de un lenguaje es la parte externa, superficial, visible. La semántica es la parte interna, profunda, oculta, el significado.
La sintaxis ha sido abordada por la lingüística por ser la parte más fácil y accesible. En cambio, la semántica se ha considerado como algo inabordable, por su pertenencia al mundo interior, al mundo de la mente y la conciencia. Por su dificultad intrínseca, la semántica prácticamente se ha ignorado. El problema del significado es, junto con la conciencia, uno de los nudos gordianos de la filosofía de la mente.
La dualidad conductismo-mentalismo
El problema de la dualidad sintaxis-semántica se refleja en las corrientes conductista y mentalista de la psicología.
Según la psicología conductista de John B. Watson y Burrhus Skinner, todo estudio psicológico debe basarse exclusivamente en el comportamiento humano observable. A nivel lingüístico, el conductismo toma la forma de empirismo, la mera observación de las conductas verbales, rechazando todo postulado sobre estados y mecanismos mentales internos que gobiernan tales conductas.
La lingüista empirista rechaza tratar de significados o entidades mentales. El significado es algo poco claro, demasiado difuso, por lo que no puede incluirse en una ciencia rigurosa del lenguaje. Los significados son solo patrones de comportamiento determinados por estímulos-respuestas.
El mentalismo es la postura opuesta al conductismo. Para el mentalismo, lo importante son los estados y procesos mentales, lo interno, siendo la conducta externa el reflejo de lo interno. Es el enfoque naturalista del lenguaje: el estudio de la mente como un componente más del mundo natural.
Durante muchos años, el único modelo de la mente fue el conductismo, un modelo basado exclusivamente en la conducta observable a nivel externo, superficial. La mente como una “caja negra” a la que no se puede acceder. Solo se pueden estudiar los inputs (los estímulos) y los outputs (las repuestas).
La concepción moderna de la lingüística es considerarla como una rama de la psicología cognitiva. La psicología cognitiva (o cognitivismo) reivindica la mente como objeto de estudio de la psicología. Según la psicología cognitiva, el pensamiento es previo al lenguaje hablado. Lo externo es la manifestación de lo interno. El lenguaje es la manifestación del pensamiento.
El estructuralismo
Ferdinand de Saussure es el creador de la lingüística estructural, un modelo científico del lenguaje. Sausure es considerado el fundador de la lingüística moderna:
Hay que distinguir entre “habla” y “lengua”, es decir, entre lengua como actividad particular y lengua como estructura general.
“La lingüística tiene por único y verdadero objeto la lengua, considerada en sí misma y por sí misma” (Curso de Lingüística General). La lengua es una entidad teórica que debe estudiarse como estructura inmanente.
La dicotomía esencial es la de sustancia y forma. La sustancia es el concepto, el aspecto interno. La forma es el aspecto externo. Solo se pueden estudiar los aspectos formales. La sustancia no es lingüística. La lengua es una forma y no una sustancia.
Toda lengua es una estructura o sistema de signos interrelacionados. Los signos tienen naturaleza dual: el significante (la forma, la representación externa) y el significado (la representación interna, el concepto, la interpretación o realidad mental). El significante es arbitrario. Lo importante es el significado, la semántica. No hay una relación intrínseca entre forma y significado, como puede comprobarse con la existencia de las diferentes lenguas.
El valor de un signo (lo que le confiere identidad o especificidad) reside en sus relaciones con los demás signos. Las propiedades de un lenguaje no pueden explicarse o describirse a partir de sus elementos (signos lingüísticos) aislados.
Estudiar una lengua es ir más allá de las apariencias e intentar descubrir las relaciones ocultas, las estructuras de significado.
El conjunto de los signos está regido por un conjunto de reglas sintácticas, fonémicas y gramaticales.
Los conceptos son productos (constructos) mentales y no entidades de la mente. El lenguaje es una construcción social. Los signos adquieren su función a través de la interacción social.
La lengua es solo uno entre los diversos sistemas de signos, aunque es el más importante de estos sistemas.
Saussure trazó las líneas generales de la ciencia que estudia los signos: la semiología (o semiótica). Con su teoría de los signos, intentó unir sintaxis y semántica, al considerar que todo signo tiene dos aspectos inseparables.
El movimiento estructuralista
El movimiento estructuralista comenzó con la lingüística de Saussure y se extendió posteriormente a otros campos, principalmente la antropología y la filosofía. El estructuralismo es un método de comprensión de la realidad, un paradigma universal, cuyos principios generales son los siguientes:
Todo objeto es parte de un todo interrelacionado (o estructura) que debe conocerse en su conjunto y no fragmentado.
Todas las estructuras superficiales (la sociedad, el comportamiento humano, el lenguaje, los mitos, etc.) están basados en las mismas estructuras profundas.
El significado se encuentra en las relaciones entre las cosas, más que en las cosas aisladas o independientes. Es decir, se da primacía al patrón, a la estructura, más que a la sustancia.
Hay que describir esa realidad profunda mediante un lenguaje basado en estructuras universales. Estas estructuras profundas son asimilables a arquetipos universales. Son universales porque se manifiestan en todos los dominios.
Todos los sistemas que constituyen una estructura son sistemas lingüísticos. Toda estructura es lingüística.
El sintaxcentrismo
Este término hace referencia a la prioridad histórica dada a la sintaxis sobre la semántica, cuyos referentes principales fueron Leonard Bloomfield y Noam Chomsky. Ambos promovieron una lingüística sin significado al dar prioridad a la sintaxis en detrimento de la semántica, de “absolutizar” la sintaxis.
Bloomfield es el precursor del sintaxcentrismo y el principal representante de la tradición empírica de la lingüística. Sostenía que solo la observación directa de los sucesos lingüísticos podía proporcionar conocimiento sobre el lenguaje. Bloomfield trabajó en morfología y sintaxis, ignorando la semántica. Se definía a sí mismo como anti-mentalista. En su obra “El Lenguaje” (1933) adopta el marco psicológico de la escuela conductista de Watson y rechazó lo que no era “directamente observable” para el análisis lingüístico. Para Bloomfield, la posición mentalista sobre el significado lingüístico es “acientífica”. Consideraba la palabra “mentalismo” como algo cercano al esoterismo y al “significado” como algo que quedaba fuera del ámbito científico.
Noam Chomsky reivindicó la autonomía de la sintaxis en los estudios lingüísticos, lo que hizo impulsar de manera decisiva el sintaxcentrismo en lingüística. La semántica pasó a segundo plano. Chomsky, con su gramática generativa, fue el impulsor de la sintaxis formal, sin referencia alguna al significado. Su obra “Estructuras Sintácticas” (1957), basada en su tesis doctoral “Estructura Lógica de la Teoría Lingüística”, revolucionó la lingüística teórica al introducir el concepto de “gramática generativa”, un sistema que permite describir infinitas sentencias mediante un conjunto finito de reglas formales sintácticas. Esta revolución fue paralela en el tiempo a la revolución de la filosofía analítica con el “giro lingüístico” de la filosofía.
Antes de la publicación de la obra de Chomsky de 1957, la mayoría de los lingüistas seguían la lingüística estructural, basado en el análisis, la clasificación y la descripción de los diferentes elementos de los lenguajes humanos (fonemas, morfemas, etc.), utilizando métodos objetivos. Con Chomsky llegó la revolución, un cambio de paradigma basado en la síntesis del lenguaje.
Hoy día, la formalización de la sintaxis de los lenguajes es una tarea que se considera ya completada.
Chomsky aplicó en su teoría sintáctica ciertas intuiciones estructuralistas al entender el lenguaje como un sistema cerrado formado por un número finito de reglas que permitíaa describir formalmente las infinitas sentencias posibles de un lenguaje. Aunque Chomsky ignoró inicialmemte la semántica con su gramática generativa; ha intentado posteriormente formalizarla, pero sus resultados y conclusiones han sido de tipo general. La posición actual de Chomsky es que la lingüística debe considerarse una rama de la psicología cognitiva.
La Ciencia Cognitiva
La psicología cognitiva es una ciencia que estudia la cognición, es decir, los procesos o mecanismos mentales implicados en la elaboración del conocimiento. Esta ciencia está integrada dentro de la llamada “Ciencia Cognitiva”, junto con la inteligencia artificial, la lingüística, la filosofía, la neurociencia y la antropología. Es el llamado “hexágono cognitivo”.
Desde este nuevo punto de vista, se pueden plantear hipótesis sobre los patrones subyacentes responsables del comportamiento, realizar inferencias, etc. Pero la apertura que supuso el incluir la psicología cognitiva permitió también que se infiltrara el mentalismo, en donde los procesos internos se sometían a todo tipo de interpretaciones subjetivas particulares.
Dentro de la Ciencia Cognitiva, se han propuesto diferentes modelos de la mente o teorías cognitivas, pero entre ellas destacan dos: el modelo simbólico y el modelo conexionista.
El modelo simbólico de la mente
Para el modelo simbolista, la mente es un sistema constituido por símbolos, y los pensamientos consisten en la manipulación de esos símbolos, como en un ordenador. Es un modelo computacionalista.
El modelo simbólico de la mente más conocido es la teoría cognitiva del “lenguaje del pensamiento” (mentalés), propuesta por Jerry Fodor en 1975 [Fodor, 1985]: la mente es un sistema de símbolos, y la cognición es la manipulación de esos símbolos.
A favor del modelo simbólico de la mente están:
El hecho de que muchos de nuestros comportamientos parecen ser de tipo simbólico, siendo el más destacado la capacidad lingüística, junto con la capacidad de razonamiento lógico y matemático.
El desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial, que han resultado exitosas mediante mera manipulación simbólica.
Sin embargo, el modelo simbólico exige que todo el comportamiento se establezca de forma explícita, externa, superficial, en forma de reglas, procesos, gestión de eventos, etc. Pero los fenómenos mentales no hay tales formas explícitas, sino mecanismos internos ocultos y desconocidos. El hecho de que un sistema se comporte aparentemente como gobernado por una regla, no implica ni se puede interpretar que dicha regla exista realmente a nivel interno.
La Ciencia Cognitiva ha apostado por el modelo de la mente computacionalista. Nuestro cerebro es como el hardware de las máquinas. La mente es el software que procesa información, la codifica y la almacena dentro del hardware que es el cerebro.
Con este modelo, se ha pasado de “semántica” a “información” y de “expresiones semánticas” a “proceso de la información”. Todo empezó con Boole con sus “leyes del pensamiento”, en donde el lenguaje se basaba en la lógica binaria e ignoraba el significado.
El modelo conexionista
Un rival del modelo simbólico de la mente apareció con Frank Rosenblatt [1962]: el modelo conexionista. Esta basado en una red de unidades interconectadas con “pesos” (valores numéricos), que representan las fuerzas de las conexiones entre las unidades de la red:
Cada unidad está reguladas por entradas y salidas. Cada unidad puede activarse o inhibirse.
El proceso se realiza en paralelo, no en serie, como en el modelo simbólico.
La información (o la memoria) está distribuida en los diferentes pesos de las unidades.
No existe una unidad central de control. El proceso se realiza en cada una de las unidades.
Es un modelo de entrada/salida. Hay una señal global de entrada a la red y otra de salida.
La computación no se rige por reglas explícitas.
La computación es puramente cuantitativa. En el modelo simbólico la computación es de tipo cualitativo.
La red es dinámica, cambia con el tiempo. El sistema pasa de un estado a otro a partir de la modificación de los pesos y la activación o inhibición de cada unidad.
El sistema es adaptativo. Es capaz de ajustar sus unidades de procesamiento para producir la salida requerida. El aprendizaje consiste en la modificación de los pesos de las conexiones entre las unidades.
Este modelo de la mente aporta al mismo tiempo un modelo simplificado del cerebro: la cognición no consiste en la manipulación de símbolos, sino en patrones dinámicos de actividad neuronal.
Los sistemas conexionistas son básicamente modelos de aprendizaje de reconocimiento de patrones de datos. Carecen de lenguaje formal y están limitados a categorías restringidas de problemas, por lo que no constituyen un sistema genérico o universal aplicable a todo tipo de problemas.
Además, un sistema conexionista se puede implementar mediante un sistema simbólico, por lo que es realmente un tipo particular de sistema simbólico. El modelo simbólico es más general que el modelo conexionista.
La formalización de la semántica
Los intentos de formalización de la semántica del lenguaje natural comenzaron con Tarski, que intentó construir una estructura lógica del lenguaje que permitiera definir conceptos como verdad, significado, sinonimia, implicación, etc. Llegó a varias conclusiones:
Es imposible formalizar la semántica. Intentar describir la semántica de un lenguaje en ese mismo lenguaje es imposible. Se necesita un lenguaje de orden superior, un metalenguaje.
No tiene sentido plantear el problema de la coherencia o incoherencia de las expresiones lingüísticas.
El concepto de verdad (y otros conceptos filosóficos) posee un carácter relativo al lenguaje. La verdad no es absoluta.
Es posible desarrollar una semántica general que podría aplicarse a una amplia clase de lenguajes particulares.
Otros autores:
Wittgenstein, en Investigaciones Filosóficas, dice que no es posible usar el lenguaje para enseñar el lenguaje. No es lo mismo que utilizar el lenguaje para enseñar a tocar el piano. Para enseñar el lenguaje hay que salir del lenguaje. El lenguaje no puede estudiarse con el propio lenguaje, hay que estudiarlo desde un nivel superior: el metalenguaje. “Es imposible describir el hecho que corresponde a una sentencia sin repetir la sentencia”.
Haskell Curry introdujo la idea de “lenguaje U”, como el lenguaje de la comunicación humana subyacente que es entendido mutuamente por el hablante y el oyente [Curry, 1950]. Este lenguaje sirve como metalenguaje, un lenguaje del que no es posible trascender y que no puede describirse, ni definirse ni explicarse.
Según Hilary Putnam, el significado no es accesible a la ciencia porque es un concepto precientífico. “El concepto precientífico sobre el que se basa la semántica el concepto precientífico de significado se encuentra mucho peor perfilado que el concepto precientífico de la sintaxis” [Putnam, en “El significado de significado”]. En efecto, si la ciencia estudia los fenómenos naturales observables y sus leyes, la semántica pertenece a un reino interno (el mental), que no es observable.
Para Jaakko Hintikka, la concepción universalista del lenguaje implica la inefabilidad de la semántica.
Para Willard von Orman Quine, la semántica tradicional es mentalista, ya que pretende explicar hechos observables (la conducta lingüística) mediante misteriosos mecanismos internos inobservables (entidades abstractas, ideas, entes posibles, etc.) cuya existencia no puede comprobarse experimentalmente. La semántica debe abandonar estas explicaciones acientíficas y centrarse en lo observable: la conducta de los hablantes.
Según la semántica conceptual, de Ray Jackendoff [1998], existe una correspondencia entre estructura conceptual y estructura sintáctica: las estructuras que gobiernan la construcción de sentencias y las que gobiernan la construcción de conceptos son las mismas.
El problema de la semántica en las máquinas
Un ordenador es un sistema simbólico, una máquina que solo procesa símbolos. La máquina es un dispositivo superficial, de tipo sintáctico, formal y, por lo tanto, no posee semántica. Una máquina, cuando está realizando un proceso, “no sabe” lo que está haciendo. Las máquinas no poseen semántica ni tienen conciencia.
Un sistema simbólico tiene las características siguientes:
Está constituido por un conjunto de símbolos elementales, a partir de los cuales, mediante una serie de reglas sintácticas, se pueden expresar las posibles diferentes sentencias de un lenguaje.
Un sistema simbólico puede realizar los procesos ligados al conjunto de reglas suministradas. Estos procesos manipulan cadenas de símbolos que corresponden a datos. En el caso más avanzadas, las reglas pueden manipularse a sí mismas.
La forma de implementación de un sistema simbólico es irrelevante. Puede realizarse manualmente (con lápiz y papel), con un ordenador digital o cualquier otro dispositivo físico. Lo importante es la funcionalidad.
Los símbolos y las sentencias que pueden formarse con los símbolos, se pueden interpretar de manera extrínseca (por el ser humano), pero no tienen interpretación intrínseca. La interpretación extrínseca está abierta; pueden ser objetos, propiedades, situaciones, etc.
El problema de fundamentar la semántica mediante símbolos (symbol grounding problem), es el problema de conectar los símbolos (la sintaxis, lo superficial, lo externo) de un sistema simbólico con su significado (la semántica, lo profundo, lo interno) de manera unívoca: todo símbolo debe tener un significado único.
La caja china
El problema de la imposibilidad de la semántica en las máquinas está muy bien ilustrado con la metáfora de la “caja china” (o “habitación china”) de John Searle. Se trata de una caja cerrada con dos ventanas de comunicación con el exterior: una de entrada y otra de salida. Dentro de la caja hay una persona que no sabe chino, pero que le han dado una serie de instrucciones o reglas formales para que cuando en la ventana de entrada le muestren un texto chino, conteste en la ventana de salida con otro texto chino que tiene con el texto de entrada una relación coherente. El sistema completo de la caja china se convierte así en un dispositivo que aparentemente “sabe” chino. Pero realmente no es así. La persona dentro de la caja está desempeñando una función formal, análoga a la que realiza un ordenador, una mera manipulación simbólica, sin semántica a nivel lingüístico, aunque sí una semántica de tipo funcional.
La caja china pone en evidencia de forma clara la brecha existente en lingüística entre sintaxis y semántica, y las limitaciones de los sistemas simbólicos.
“La razón de que nunca ningún programa de ordenador puede tener una mente es simplemente que un programa de ordenador es solo sintáctico, y las mentes son más que sintácticas. Las mentes son semánticas, en el sentido de que tienen más que una estructura formal, tienen un contenido” (John Searle).
Searle publicó su famosa metáfora de la caja china en un artículo titulado “Mentes, Cerebros y Programas” [Searle, 1980], acompañado por varios comentarios de filósofos, informáticos, psicólogos cognitivos y neurofisiólogos. En 1990 volvió a incluir la metáfora de la caja china en un artículo en Scientific American titulado “¿Es la mente del cerebro un programa de ordenador?”, junto con una reflexión de Paul y Patricia Churchland titulada “¿Puede pensar una máquina?”.
John Searle propuso la metáfora de la caja china como réplica al llamado “test de Turing”. Este test fue propuesto por Turing en su artículo de 1950 “Computing machinery and intelligence” para evaluar la inteligencia de una máquina. Se basa en la idea de que la interacción verbal es el medio en que la inteligencia se hace más patente. Consiste en que una máquina conteste a las preguntas de un interrogador humano y que este no sepa si está interrogando a una persona o a una máquina. Turing predijo que las máquinas podrían llegar a alcanzar un nivel de inteligencia comparable con la inteligencia humana.
Según Searle, si una máquina supera el test de Turing, no significa que la máquina piense, que tenga semántica y conciencia.
Según Searle, hay dos tipos de inteligencia artificial ( IA): la IA “débil” (que pretende solo la simulación de la mente humana mediante programas de ordenador) y la IA ”fuerte” (que sostiene que la mente es un ordenador que procesa símbolos). Searle es partidario solo de la IA débil. El argumento de la caja china va en contra de la IA fuerte, es decir, de la posibilidad de lograr una máquina que piense realmente.
MENTAL y la Semántica
Semántica y conciencia
La mente es de naturaleza semántica. Esto quiero decir que la mente categoriza, buscando patrones previamente conocidos. Ante un nuevo fenómeno, tratamos de encasillarlo en una categoría o patrón ya conocido. Cuando se logra este objetivo, produce estabilidad mental. Si no se logra, produce inquietud, incluso pánico.
Según la concepción tradicional, la semántica es la relación entre el lenguaje y la realidad. Pero la naturaleza semántica de la mente trasciende el mundo real. La interpretación del mundo real es una restricción de la semántica, que es de tipo universal. La mente no es simplemente un reflejo de la realidad externa. La mente es algo superior que trasciende el mundo físico.
La semántica no está necesariamente ligada al lenguaje, pero aparece de forma nítida en el lenguaje (natural o artificial).
Todo lo superficial (sea lingüístico o no) tiene un significado, y este significado no reside en el nivel superficial, sino que se encuentra en el nivel profundo. Comprender algo es establecer esa relación vertical entre lo superficial y lo profundo.
La semántica es una actividad mental. Pero para entender la mente y la semántica tenemos que situarnos en un nivel superior: el nivel de la conciencia, que es una facultad del alma, donde no hay dualidad. La semántica, como actividad mental que es, es inexpresable porque la mente no puede describirse a sí misma.
El significado es un concepto precientífico porque la ciencia se circunscribe solo a lo superficial. El significado está más allá de la ciencia. El significado está soportado o fundamentado en la conciencia. El significado independiente no existe. La conciencia es la que realiza la conexión entre opuestos en general, y la conexión profundo-superficial en particular. La conciencia va siempre de lo general a lo particular. La conciencia se reviste de imaginación y el significado surge de la relación vertical entre contenidos superficiales y profundos. El significado es mental.
La formalización de la semántica
El significado es algo que nos es muy familiar, pero es chocante que no podamos explicar en qué consiste. Ocurre lo mismo que con la conciencia. Al tratarse en ambos casos de algo profundo, no lo podemos explicar, es decir, sacarlo a la superficie. Por lo tanto, la semántica no es formalizable.
Se han realizado numerosos intentos de formalizar la semántica de los lenguajes en diferentes sentidos, sin resultados concluyentes. Todo esto se debe a que los contenidos mentales de los lenguajes son más difíciles de captar y de estudiar que los aspectos concretos, visibles y superficiales.
Estos fracasos se justifican porque la semántica no se puede formalizar, por una razón muy sencilla: la semántica está asociada con el aspecto mental profundo, con la cognición, y no se puede sacar a la superficie porque sería una contradicción: una cosa no puede ser a la vez superficial y profunda. Es la interpretación generalizada del teorema de Gödel: lo profundo no se puede formalizar.
La semántica (lo profundo) del lenguaje se manifiesta en expresiones particulares (superficiales), pero la propia semántica no se puede manifestar, pues de tipo interno.
La semántica, como la conciencia, no se puede capturar, no se puede “explicar”, no se puede formalizar en algo objetivo. A nivel profundo, la semántica hace referencia a las estructuras fundamentales de la mente humana que se activan al emitir (hablar o escribir) y recibir (escuchar o leer).
Pero es posible formalizar la semántica a un nivel básico mediante los arquetipos primarios, los arquetipos de la conciencia, que son las categorías primeras de la realidad, que se manifiestan a nivel interno (mental) y externo (físico).
Los arquetipos primarios permiten conectar lo profundo y lo superficial, el mundo interno y el externo. Los arquetipos primarios están presentes en todas las cosas, incluyendo el lenguaje natural y el artificial. Los arquetipos primarios no son accesibles ni describibles, son inefables, pero podemos intuirlos a través de sus manifestaciones concretas.
La solución al problema de formalización de la semántica se basa pues en la unión de sintaxis y semántica mediante los arquetipos primarios, pues la conciencia se fundamenta precisamente en la unión de opuestos, y sintaxis y semántica son opuestos, son dos caras de una misma moneda.
Los arquetipos primarios son primitivas semánticas universales: un conjunto de de conceptos genéricos o categorías generales, independientes del dominio, estructurados como un lenguaje, que fundamenten por combinatoria a todas las semánticas posibles. Cada primitiva es un concepto a la vez simple y genérico, con una sintaxis simple que permita asociar fácilmente a una expresión sintáctica su semántica correspondiente. De esta forma, se logra la conexión formal y directa entre sintaxis y semántica y la formalización de la semántica.
El significado tiene su fundamento en los arquetipos primarios, que conectan mente y conciencia. El punto de encuentro entre lo profundo y lo superficial son los arquetipos de la conciencia.
Los significados son patrones o categorías mentales basados en relaciones. Las primitivas de MENTAL son las categorías primarias de la realidad, las categorías filosóficas.
Este es el único fundamento sobre el que construir una teoría (o modelo) de la mente y la semántica.
La semántica pertenece a lo profundo. La sintaxis (la forma) pertenece a lo superficial. Pero en MENTAL ambos aspectos están unidos. De la sintaxis se infiere la semántica y viceversa. Este es uno de los múltiples uniones de opuestos. Por eso MENTAL es el lenguaje de la conciencia.
Todo tiene un fundamento de tres niveles:
Conciencia.
Semántica (patrones o categorías mentales).
Expresiones lingüísticas.
Las expresiones lingüísticas están soportadas por la semántica. La semántica está soportada por la conciencia. Conciencia y semántica están conectadas por los arquetipos primarios. Las expresiones lingüísticas son manifestaciones de los arquetipos primarios. No puede haber expresiones lingüísticas sin semántica, y no puede haber semántica sin conciencia.
Esta solución guarda cierto paralelismo con la gramática generativa de Chomsky:
Con Chomsky, unos pocos mecanismos sintácticos permiten describir todos los lenguajes posibles y todas las sentencias posibles que se pueden construir con cada lenguaje. Análogamente, unos pocos mecanismos (las primitivas semánticas) son suficientes para cubrir todas las semánticas de todos los lenguajes posibles.
Chomsky afirma que esos principios generales abstractos utilizados para describir sintácticamente los lenguajes son universales en la especie humana; hay una gramática universal. Análogamente, con la solución aquí propuesta lo que se afirma es que, a nivel profundo, sintaxis y semántica se unen de tal manera que constituyen una gramática y un lenguaje universal.
MENTAL es una síntesis del lenguaje, como la revolución sintáctica de Chomsky, solo que a un nivel donde se unen sintaxis y semántica.
MENTAL y la semántica
Con relación a la semántica, podemos distinguir en MENTAL las siguientes aspectos:
Sentido y referencia.
Sentido y referencia (los dos conceptos propuestos por Frege) son superficiales, horizontales. Es mejor considerar dos conceptos verticales: uno profundo (los arquetipos primarios) y otro superficial (las expresiones concretas). En MENTAL no tiene sentido hablar de referencia porque las expresiones son de tipo mental y es secundario que puedan interpretarse como referencias en el plano físico.
Semántica lexical y estructural.
La semántica lexical es la misma que la semántica estructural. Las primitivas se combinan mediante las propias primitivas. Siempre se cumple la semántica composicional.
Universalidad.
MENTAL es una semántica universal o general porque integra todos los aspectos semánticos mencionados anteriormente.
En lo profundo, se diluyen las fronteras entre todos los dominios, pues todas las semánticas tienen el mismo fundamento, todas son manifestaciones de la semántica universal. En lo profundo hay solo hay un lenguaje (el lenguaje de los arquetipos primarios), el lenguaje universal, que coincide con la gramática universal.
Symbol grounding problem.
MENTAL resuelve el problema de la fundamentación simbólica porque asocia símbolos con significados de manera biunívoca.
Modelo de la mente.
MENTAl es un meta-modelo de la mente. Es también un ordenador semántico, donde las instrucciones son las primitivas semánticas. Va más allá de la máquina de Turing, que es puramente computacional.
Lenguaje fractal.
Un fractal geométrico posee un patrón que se repite en todos los niveles. Sigue los principios de auto-similaridad e invarianza de escala. En el caso de MENTAL, los patrones que se repiten en todos los niveles son las primitivas semánticas universales.
Inefabilidad de la semántica y la verdad.
La semántica es inefable. Solo podemos hablar de sus manifestaciones. Si la semántica es inefable, es imposible definir el concepto de verdad y de definir el concepto de enunciado verdadero. La verdad es también inefable. Desde el punto de vista de MENTAL, la verdad absoluta es el conjunto de primitivas semánticas, porque tienen un carácter absoluto. La verdad no puede depender de lo superficial. La verdad reside en lo profundo y se sostiene a sí misma.
Interpretaciones.
La semántica primaria solo tiene una interpretación, es fija, es universal. Lo que sí es interpretable son los contenidos concretos, que son solo los nombres, porque los números tienen un significado fijo, no así las magnitudes en las que se integran cantidades (números y unidades).
La unión de mentalismo y conductismo.
En MENTAL es posible deducir la semántica observando como se comportan exteriormente las expresiones al evaluarse. En este sentido, MENTAL une mentalismo y conductismo (otro par de opuestos). Por ejemplo,
{a b b c} // ev. {a b c}
{a b c}/(b=3) // ev. {a 3 c}
{a b c}↓ // ev. a b c
a+a // ev. 2*a
El movimiento estructuralista.
MENTAL es el verdadero movimiento estructuralista. Todo está basado en las mismas estructuras profundas: los arquetipos primarios. El significado se halla en las relaciones entre las cosas, y esas relaciones se estructuran en patrones primarios o fundamentales. La realidad profunda se basa en estructuras universales.
Bibliografía
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